Sólo tengo que conocer cuáles son mis límites y practicar un ejercicio de amor puro hacia mí misma, para que cuando mi cuerpo y mi alma digan no, que así se cumpla.
Soy merecedora del placer, tanto que una parte de mi bella vulva sólo sirve para despertarlo.
No hay historia sexual que pueda manchar mi expediente de vida si sé mirarlas y extraer el aprendizaje de ella, siempre bajo la premisa de hice (o no) las cosas lo mejor que pude y supe en ese momento.
Merezco mi perdón y mi abrazo incondicional, no me expongo a recibir una lapidación a modo de castigo porque no son los demás los que me van a tirar piedras, sino que yo misma me las arrojaré y proveeré al resto de aquello que más daño me haga para que me ayuden a castigarme. Soy cándida, soy luz pura y radiante, y como tal, merezco, acepto y abrazo el perdón, el placer y el amor incondicional.
Las fases de sombra u oscuras, las de transformación y revelación, son las más poderosas para nosotras a nivel interno y al mismo tiempo las menos aceptadas por la sociedad. Podemos verlo de muchas maneras, como la idea inconsciente de que cuando la Mujer se encuentra a sí misma y reconoce su poder en las fases oscuras de renovación, alquimia e intuición, el sistema patriarcal tiembla porque espera de nosotras Doncellas y Madres que cada vez se parecen menos a nuestros arquetipos de luz, mientras que la Diosa en sus fases de noche es tachada de peligrosa porque invoca las energías del Mal, es decir, se mira a Sí Misma y no al hombre, al que baja del pedestal falocéntrico en el que lo había situado para colocarse ella con su Útero Sagrado. ¿Sabes qué conclusión saco yo de todo esto? Diosa Incomprendida, Diosa Empoderada.